El arte de la duda, de Gianrico Carofiglio: una guía esencial para el interrogatorio.
a) Introducción
El arte de la duda de Gianrico Carofiglio es un libro imprescindible para quienes se interesan por el contrainterrogatorio, ya sea desde la práctica profesional o desde la curiosidad intelectual. No se trata de un manual que enseñe a hacer preguntas mecánicamente, sino de una obra que enseña a identificar contextos para comprender el modo adecuado de proceder en cada caso.
Carofiglio, magistrado y escritor, ofrece en estas páginas una guía lúcida y realista sobre la complejidad del examen a testigos, peritos e investigados en el proceso penal. Su lectura demuestra que el buen abogado no se define por la agresividad, sino por la estrategia, la preparación y la psicología procesal.
La elegancia con la que Carofiglio transmite estas lecciones convierte el libro en una referencia no solo para penalistas, sino también para quienes se interesan por el funcionamiento de la justicia.
b) Escenarios de interrogatorio
Carofiglio plantea distintas situaciones, todas ellas reconocibles en la práctica forense, y que el abogado debe saber gestionar con precisión: Falsos testimonios, testigos falsos involuntarios, testigos expertos, investigadores, colaboradores con la justicia, sujetos débiles (como niños o ancianos) o testigos hostiles
Cada una de estas categorías exige un enfoque diferenciado. El error más común —y al mismo tiempo más costoso— es tratar todos los interrogatorios del mismo modo. Carofiglio insiste en que el éxito depende de la adaptación al contexto, de la preparación previa y de la capacidad para mantener siempre bajo control el desarrollo de la audiencia, y del diseño de una estrategia de preguntas para maximizar la eficacia probatoria y minimizar riesgos.
c) Catálogo de reglas de interrogatorio
En el prólogo de la obra el Catedrático de Filosofía del Derecho Manuel Atienza propone un listado -no cerrado- de reglas sobre el interrogatorio a partir del contenido del libro, y que resume la esencia de este:
La primera condición para interrogar bien es prepararse bien.
No proceda a efectuar un contrainterrogatorio si no existen perspectivas de obtener un resultado útil, esto es, si no hay nada que ganar en términos probatorios.
El contrainterrogatorio procede si se puede obtener alguno de estos resultados: limitar los efectos negativos del interrogatorio directo; invalidar el testimonio atacando la fiabilidad del testigo; anular el resultado del interrogatorio directo, la fiabilidad del relato.
Interrogue con un objeto claro y preciso.
Interrogue sobre la base de un buen conocimiento de la situación: del sujeto a interrogar, de la impresión que ha causado en los jueces, etcétera.
Elija la modalidad de interrogatorio a utilizar tras considerar el probable efecto psicológico que pueda causar en los jueces.
Evite que durante el contrainterrogatorio se generen las condiciones para un enfrentamiento directo entre interrogado e interrogador.
Evite ante todo que el interrogatorio se desarrolle de manera que pueda tener efectos negativos para la posición del interrogador.
Interrogue con cortesía. Solo es lícito destruir la imagen del interrogador si ha mentido, pero no si se trata de un testigo falso involuntario.
En todo caso, no trate nunca con agresividad a un testigo desfavorable, a no ser que disponga de datos que le permitan demostrar que está mintiendo o que su relato es erróneo.
Extreme el cuidado en el caso de sujetos débiles, como niños y ancianos.
No haga comentarios sarcásticos. Va en contra del deber de cortesía y no causarán buena impresión en los jueces.
Planifique la secuencia de las preguntas siguiendo el esquema de una argumentación, de modo tal que cada pregunta constituya un paso en el desarrollo progresivo de la argumentación completa.
No haga preguntas arriesgadas, esto es, preguntas que podrían llevar a una respuesta gravemente perjudicial para los intereses del interrogador.
No formule nunca preguntas de importancia crucial cuya respuesta no conozca o no pueda prever por pura lógica.
Si, con todo, se ve en la necesidad de hacer una pregunta arriesgada, minimice sus posibles efectos adversos. Esto último se puede lograr planificando bien la secuencia de las preguntas; planteando bien la secuencia de las preguntas (sobre todo si se trata de interrogatorios a expertos) en tono neutro y sin agresividad; o abandonando la línea de preguntas una vez advierta que una de ellas ha sido contestada en forma contraria a sus intereses.
Cese de interrogar en el momento en que haya obtenido el objetivo que perseguía.
Al diseñar una estrategia para el contraexamen, tenga en cuenta la impresión que haya causado el declarante en el interrogatorio previo. En particular, moldee la sucesión de preguntas con miras a que el efecto de credibilidad que haya generado los indicadores positivos (apariencia relajada y extrovertida, actitud espontánea, etc.) se atenúen o, al contrario, el efecto causado por los indicadores negativos (actitud reticente o arrogante, expresión farragosa, etc.) quede reforzada.
Trate de que las preguntas tengan una estructura sintáctica simple y evite el uso de muletillas, anacolutos, etcétera.
Tenga siempre bajo control al interrogado: esfuércese para que el interrogatorio sea ágil y fluido y maneje con inteligencia las pausas para que el ritmo sea el adecuado.
Utilice conscientemente la mirada para lograr que el interrogatorio sea vivo y fluido y para mantener la atención de los jueces.
No olvide que todas las reglas anteriores pueden tener excepciones. La eficacia de un interrogatorio depende esencialmente del contexto que, por definición, es abierto.
d) Conclusión
El arte de la duda no es únicamente un manual técnico sobre el contrainterrogatorio; es también una reflexión sobre el papel del abogado en el proceso penal, sobre la prudencia, la estrategia y la psicología que subyacen en cada audiencia.
Gianrico Carofiglio combina rigor profesional con una narrativa clara y atractiva, lo que convierte a este libro en una lectura imprescindible para penalistas, juristas y todo aquel que quiera comprender cómo se construye (y se destruye) la credibilidad de un testimonio en sala.
Además, el volumen dialoga con la obra literaria de Carofiglio, pues muchos de los escenarios y técnicas que aquí se exponen cobran vida en las novelas protagonizadas por Guido Guerrieri, el abogado de Bari que se ha convertido en un referente de la novela jurídica contemporánea.
Leer El arte de la duda es, en cierto modo, asomarse al taller narrativo de Carofiglio: el lugar donde teoría y práctica, Derecho y literatura, se encuentran. Para el abogado penalista, el libro ofrece reglas que pueden aplicarse en su día a día. Para el lector de novela, aporta claves que enriquecen las tramas en las que Guerrieri se enfrenta, una y otra vez, a la incertidumbre y a la verdad esquiva de los tribunales.